Sanidad le planta cara al aceite de palma

ADRIANA DELGADO, Madrid

El Ministerio de Sanidad ha decidido posicionarse en contra del aceite de palma, un producto que ha creado debate entre los consumidores desde los últimos años. Para ello, el Ministerio ha decidido comenzar a »trabajar con los distintos sectores de la fabricación, distribución, restauración o catering para que voluntariamente se comprometan a reformular sus productos». Haciendo especial referencia a aquellos »más consumidos y/o dirigidos, fundamentalmente a niños», según sostiene un documento sobre el aceite de palma firmado por la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN)

Tal y como ha declarado Dolors Montserrat, ministra de Sanidad, »este tipo de grasa no es recomendable en el contexto de una dieta saludable, ya que eleva el colesterol y puede favorecer la arteriosclerosis  y las enfermedades cardiovasculares». Además, añade que »la mejora de la composición de los alimentos consiste en suprimir o reducir algunos componentes» como la sal, el azúcar añadido, las grasas trans o el aceite de palma.

El aceite de Palma peligra para la salud y el medio ambiente

Hace ya tres años que descubrimos que este producto está muy presente en nuestra alimentación. Sin embargo, era una situación que pasaba completamente desapercibida ya que la legislación sobre el etiquetado de alimentos permitía que se usara la denominación genérica de aceites vegetales, sin necesidad de especificar exactamente cuál se estaba utilizando. A día de hoy, la duda permanece ¿Hasta qué punto es peligroso para nuestra salud?

El aceite de palma es un aceite de origen vegetal que se obtiene de la fruta de la palma aceitera.

Productos que contienen aceite de palma
Estos son algunos productos en los que son muy usados el aceite de palma / RT

No aporta sabor a las comidas, es bastante estable, tiene una textura untuosa y tiene cierta resistencia térmica cuando se eleva la temperatura. Por todo esto, es bastante frecuente su uso en aquellos alimentos que se cocinan o se preparan a altas temperaturas. Además, todo esto sumado a que su producción es muy barata y tiene un adecuado efecto de conservante natural, hace que nos lo encontremos en muchos alimentos como las galletas, bollería, cereales de desayuno, chocolates, gominolas, etc.,  e incluso en cosmética o combustible.

Sin embargo, no son todo buenas noticias. Según el Comité de Nutrición, »es un aceite rico en grasas saturadas fundamentalmente ácido palmítico, que se emplea frecuentemente en la alimentación» -al igual que productos de origen animal como la carne, el embutido, la leche entera…-. Las grasas, por lo general, son necesarias y suponen ser un nutriente esencial para el  buen funcionamiento del cuerpo humano. Sin embargo, las denominadas grasas saturadas provocan un aumento del riesgo de padecer enfermedades en el sistema circulatorio a largo plazo: estas son completamente contrarias a las grasas insaturadas como el aceite de oliva o el de girasol, que más bien protegen al organismo de los problemas de salud.

¿QUÉ RECOMIENDA EL COMITÉ DE NUTRICIÓN?

Cuando saltaron las alarmas, el Comité de Nutrición llevó a cabo un comunicado sobre el aceite de palma y el ácido palmítico. En él, explica que el consumo de grasas debe de ser aquel que no supere un 30% del total y más de un 10% de nuestra dieta, si hablamos de grasas saturadas. En el caso de que superemos este porcentaje, tendría efectos como el aumento del colesterol malo (LDL), además de incrementar el riesgo de desarrollar enfermedades circulatorias como la aterosclerosis -la aparición de placas de grasa adherida a las arterias-. Es por esto que el hecho de mirar las etiquetas antes de comprar un determinado producto ha pasado a convertirse en una tarea para cualquier consumidor.

CAMBIOS EN LA INDUSTRIA ALIMENTARIA

Lo cierto es que esta revuelta dio ya un giro en la industria alimentaria con la publicación del Reglamento 1169/2011 de la Unión Europea en donde se declaraba la prioridad de los intereses y derechos de los consumidores, y se obligaba a las empresas a poner apellidos al concepto genérico en aceites o grasas vegetales -a excepción de las grasas trans y de las bebidas alcohólicas-. A pesar de ello, esta situación es una problemática que persiste al ser un producto que contiene muchos de los alimentos que consumimos.

La industria alimenticia ya eliminó primero el uso masivo de grasas animales como la manteca de cerdo. También probaron a utilizar aceites vegetales hidrogenados con ácidos grasos trans, que resultaron ser incluso más perjudiciales para la salud que los ácidos grasos saturados. En conclusión, una auténtica »odisea», como lo define Antonio Gómez, trabajador de la empresa Diocarnes. Declara que »es muy complicado encontrar un sustituto saludable y barato que rentabilice la producción, como se está haciendo hasta ahora, y que no altere las condiciones del producto».

Mientras tanto, para muchos nutricionistas, como Aitor Sánchez García, la solución está más en la cantidad y en la compra de alimentos frescos para cocinarlos. Declara que por más que la industria alimentaria sustituya el aceite de palma por otros, »la mayoría de productos no pasarían a ser más sanos de la noche a la mañana», y con ello, nuestra dieta no será lo suficientemente saludable si pensamos que muchos productos llevan otros componentes como demasiado azúcar, o demasiadas grasas trans.

Empleados trabajando en una fábrica de industria alimentaria
La industria alimentaria sigue en busca de encontrar un sustituto más barato y sano del aceite de palma / FAO